Un mapa del mundo que no incluya utopía no es digno de consultarse pues carece del único país en el que la humanidad siempre acaba desembarcando. Y cuando lo hace, otea el horizonte y al descubrir un país mejor, zarpa de nuevo. El progreso es la realización de utopías.
Oscar Wilde.
La economía global hoy es 250 veces más grande que la de la revolución industrial, cuando casi todos en casi todas partes seguían siendo pobres y hambrientos. ¿Estaremos frente al regreso de las utopías?, nos pregunta Rutger Bregman, como señaló Voltaire: lo mejor es enemigo de lo bueno. Cualquier pensador utópico serio se sentiría incómodo ante la mera idea de un modelo cerrado. Utopía Para Realistas publicado por miradas Salamandra es un llamado a modernizar el modelo.
Somos una generación mimada, el narcisismo oculta un mar de incertidumbre, la psicóloga Jean Twenge comparó 269 estudios realizados entre 1952 y 1993, llegó a la conclusión de que, en promedio, los niños norteamericanos de principios de los 90 padecían más ansiedad que los pacientes psiquiátricos de principio de los 50. Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión se ha convertido en el principal problema sanitario entre los adolescentes y llegará hacer la primera causa de enfermedad en todo El Mundo en 2030.
En los años 50 el 12% de los jóvenes se identificaba con la afirmación, soy una persona muy especial, hoy lo hace el 80%. Una sociedad construida sobre la exacerbación de los sentimientos y el placer de saciar los impulsos básicos.
El capitalismo abrió las puertas a la tierra de la abundancia, pero el capitalismo por sí solo no puede sostenerla. El progreso se ha convertido en sinónimo de prosperidad económica, pero el siglo XXI nos enfrenta al reto de encontrar otras formas de impulsar nuestra calidad de vida. Y aun cuando en Occidente la gente joven se ha hecho adulta en una era de tecnocracia apolítica, tendremos que regresar otra vez a la política para encontrar una nueva utopía.
No es una utopía acabada lo que deberíamos desear, sino un mundo donde la imaginación y la esperanza estén vivos y activos.
Bertrand Russell
En 2008, el Gobierno de Uganda decidió distribuir casi 400 dólares a unas, 12000 personas de entre 16 y 35 años. El dinero era casi gratis; lo único que debían hacer a cambio era presentar un plan de negocio. 5 años más tarde, los efectos eran impactantes. Después de invertir en su propia educación y en iniciativas de negocio, los ingresos de los beneficiarios habían ascendido casi un 50%. Y sus posibilidades de ser contratados se habían incrementado en más de un 60%. La historia nos muestra otro caso, dice el autor, el pueblo de Israel en su largo viaje para escapar de la esclavitud recibió maná del cielo. Sin embargo, eso no los convirtió en holgazanes, antes bien, les permitió continuar su camino.
El Dinero gratis es una propuesta antigua, Tomás Moro lo había realizado en el año 1516 en su libro Utopía. Defensores de esta noción se sitúan a lo largo de todo el espectro político de izquierda a derecha, y hasta fundadores del pensamiento neoliberal, Friedrich Hayek y Milton Friedman.
Una carta a suscrita por 1200 economistas el año 1968 en Estados Unidos planteaba que El País no había cumplido con sus responsabilidades hasta que todos los ciudadanos tengan asegurada una renta no inferior a lo que se define oficialmente como umbral de la pobreza. Al año siguiente, el presidente Nixon presentó una ley que proporcionaba una renta básica modesta, y que calificó como la ley social más importante de la historia de Estados Unidos. Según Nixon, la generación del baby boom lograría dos cosas que las generaciones anteriores consideraban imposibles. Además de poner un hombre en la luna su generación también erradicaría la pobreza. Los medios de comunicación y especialistas políticos citaban a Víctor Hugo con su frase: nada es más fuerte que una idea cuya hora le ha llegado. Bregman dedica más adelante un interesante capítulo titulado la extraña historia del presidente Nixon y su ley de renta básica.
El Mundo de la utopía está condenada con sus argumentos de futilidad, peligrosidad y ser perversas. Por otro lado, nunca El Mundo tuvo más recursos ni mejor sistema de Bienestar Social ni mayor capacidad de prevención médica. Entonces, la pregunta que se hace Bregman es considerar una renta básica universal como un camino lógico y secuencial del desarrollo social.
La pobreza Se origina o más bien su esencia es el contexto estúpido. Esta fuerte declaración es de Eldar Shafir psicólogo de la Universidad de Princeton quien realizó un estudio junto al economista de Harvard Sendhil Mullainathan. Los autores plantean la limitación cognitiva que produce la pobreza o bien el contexto en el que se genera. Preguntas como: ¿qué hay de cenar? o ¿cómo me las arreglaré para llegar a fin de semana?, disminuyen lo que ellos llaman la «capacidad de ancho de banda mental». Por un segundo, los autores nos dicen que nos pongamos en esa posición y veremos cómo nuestro universo se empequeñece y por ende nuestras decisiones se limitan.
El autor de este libro indaga sobre el dinero y su distribución; lo relativo de la escasez. La expectativa desmedida o fuera de lugar logra los mismos niveles de ansiedad, o al menos su sensación de desigualdad entre aquellos que aspiran el último Smartphone del mercado y aquellos que buscan llegar a fin de mes.
En 1665, el inglés William Petty fue el primero en presentar un cálculo de lo que denominó renta nacional. Su propósito era descubrir cuánto podía obtener Inglaterra en recaudación de impuestos y, por extensión, cuánto tiempo podría seguir financiando la guerra con los Países Bajos. Una definición diferente de renta nacional fue propuesta por el político británico Charles davenant, que en el título de su ensayo de 1695 sobre formas y medios de financiar la guerra ya revelaba sus intenciones. Cálculos como el suyo otorgaron a Inglaterra una considerable ventaja en su rivalidad con Francia. El rey francés, Por su parte, tuvo que esperar hasta el final del siglo XVIII para conseguir sus propias estadísticas económicas decentes; en 1781 su ministro de economía, Jacques Necker, presentó el estado de cuenta a Luis XVI, que entonces ya se hallaba al borde de la bancarrota. Aunque este documento permitió al monarca francés conseguir algunos préstamos más, llegó demasiado tarde para impedir la revolución de 1789. Sin embargo, hace solo 80 años, cuando el presidente Herbert Hoover tuvo que enfrentarse a combatir la Gran Depresión tan solo con una amalgama de datos, desde el valor de las acciones hasta el precio del hierro y el volumen del transporte por carretera, esto parecía una misión imposible. Incluso su medida más importante, el índice de altos hornos, era poco más que un invento poco práctico que pretendía reflejar los niveles de producción en la industria del acero. En 1931 el Congreso estadounidense convocó a los estadísticos más destacados del país y descubrió que eran incapaces de dar respuestas incluso a las preguntas más básicas sobre el estado de la nación. Que algo iba fundamentalmente mal era evidente, pero las últimas cifras fiables de que disponían se remontaban a 1929. En 1932 El Congreso nombró a un joven y brillante profesor ruso Simon Kuznets para responder una sencilla pregunta: ¿cuántas cosas somos capaces de producir? A lo largo de los años sucesivos, Kuznets puso los cimientos de lo que después se convertiría en el PIB.
Al inicio del siglo XX, la suma total de economistas empleados por el gobierno estadounidense era de uno, concretamente un ornitólogo económico, cuyo trabajo era estudiar aves. Menos de 40 años después, la oficina nacional de investigación económica tenía en nómina a unos 5000 economistas coma en el sentido actual del término. Entre estos estaban Simón Kuznets y Milton Friedman, que acabarían por convertirse en dos de los pensadores más importantes del siglo. Los economistas empezaron a desempeñar un papel dominante en política en todos los países del mundo. La mayoría de ellos se habían educado en Estados Unidos, la cuna del PIB, donde los economistas practicaban un nuevo paradigma de ciencia económica que giraba en torno a modelos, ecuaciones y números. Montones y montones de números.
Según los criterios del PIB señala el escritor Jonathan Rowe, las peores familias del país son, en realidad, la que se comportan más como familias, las que preparan sus propias comidas, dan un paseo después de cenar y conversan en lugar de entregar los hijos a la cultura comercial.
Simón Kuznets manifestó su preocupación en reiteradas ocasiones por el monstruo que había creado El PIB. Señalando que había que tener en cuenta la distinción entre cantidad y calidad de crecimiento, escribió, en 1962, entre costes y rendimientos y entre el corto y el largo plazo. Los objetivos de mayor crecimiento deberían especificar más que tipos de crecimiento y con qué fines. El autor de este libro nos plantea reconsiderar estas viejas preguntas. ¿Qué es el crecimiento?, ¿qué es el progreso? o incluso algo más fundamental, ¿qué hace que la vida merezca realmente la pena? –
Utopía para realistas de Rutger Bregman es una propuesta a favor de una renta básica universal, y la plena ocupación y un mundo solidario y sin frontera. Breakman nacido en los Países Bajos en 1988 es considerado uno de los jóvenes pensadores europeos más destacados. Su libro está alejado de abrazos doctrinarios al marxismo y al capitalismo, más bien es una crítica dura a las métricas actuales. El autor hurguetea la historia para entender nuestro comportamiento humano y nos invita a disruptar nuestra propia época. El tiempo libre, la paz, la creatividad y la improvisación aparecen como valores y características esenciales del ser humano. La tecnología y la ciencia ya es hora de que estén al servicio de potenciar el desarrollo humano de una forma distinta a la concedida hoy.
Este libro, como tantos otros de esta materia, nos invitan a reflexionar sobre las miradas de izquierdas y derechas de hoy. La utopía nunca fue tan real.
Nicolás Fontaine
Faro de la Nueva Extremadura
28 de agosto de 2023