reflexión
La manifestación cultural tiene tantos años como la humanidad, su institucionalidad desde el estado es joven, y en este documento pretendo plantear algunas reflexiones sobre el fondo de la reciente institucionalidad.
Desde los noventa en adelante, los distintos gobiernos han trabajado en la formación de una institución que permita albergar a la cultura y las artes, lo que derivo de manera natural en la formación de un ministerio.
El como vemos y vivimos el mundo, desde los noventa en adelante ha tenido un acelerado andar en la manifestación cultural. Por poner un ejemplo que permita entender esto, la interrupción de las Apps en el año 2007 aceleró la inmediatez y la relación con el entorno, en política el año 2009 la redes sociales pusieron a Obama en la presidencia de EE. UU, y el año 2015 ya teníamos más celulares que seres humanos, pero no fue hasta el año 2017 donde la tecnología portable permitió el acceso a más de 900 millones de seres humanos circular con su propio internet. Esto demuestra que la manifestación cultural es una interacción humana viva y en permanente mutación.
La cultura en los últimos años, desde e la orgánica estatal, ha sido entendida desde el resultado dejando de lado el proceso en el que está inserta y vive. Esta búsqueda de definición ha significado rigidizar los procesos y entenderlos en algunos casos solo desde la manifestación de una determinada disciplina. Los fondos de cultura son una manifestación de este fenómeno. En estos 29 años que se entregan recursos a artistas y gestores de la cultura, el estado carece de información que permita sustentar que estos recursos han permeado en la sociedad chilena o bien que las manifestaciones van en crecimiento, no existe información que permita asegurar un desarrollo de lenguajes y mejoras en el acceso a las disciplinas tanto por la ciudadanía como de los artistas y gestores. Es así como los pocos datos que tenemos nos muestran que más del 50% de las manifestaciones artísticas ocurren en la región metropolitana.
Nuestra joven institución carece de una definición de perfiles que vea mas allá de las funciones administrativas de recursos y programas, los cuales en su mayoría carecen de evaluación en impacto y desarrollo. Al revisar la planilla de funcionarios podemos ver que está compuesta mayoritariamente por administradores públicos, abogados, sociólogos y actores. Son muchas las disciplinas que quedan fuera de esta composición y no se ve una orgánica que busque ser una fuente que facilite la investigación y desarrollo cultural.
La definición desde el resultado y no desde el proceso cultural es la causante de una institución que se entrampa en la administración de recursos a repartir en sus distintos programas, alejándose de una estructura flexible y horizontal que prioriza el diálogo y los procesos.
El entorno actual si bien es complejo es también tremendamente favorable para los artistas y las manifestaciones culturales, durante décadas posterior a la segunda guerra mundial, la hiperespecialización y la priorización del pensamiento cartesiano llevo a la industria y al mercado en creer en una estructura vertical priorizando los limites y la especialización de sus trabajadores. Nada tenía que conversar un contador con alguien de operaciones o comercial. Hoy, desde los 60 a 70 en adelante, con el efecto mariposa el cisne negro entre otros documentos, podemos apreciar que otra forma es posible de relacionarse. El mundo reconoce otras inteligencias fuera de la lógica. Las inteligencias múltiples dieron paso a una nueva forma de organizarse donde los artistas y sus disciplinas comienzan a ser considerados como conocimientos que facilitan en las organizaciones y en el buen vivir. Por esta razón entre otras, es esencial entender que una institución joven como la nuestra debiese ser más cercana a estructuras que priorizan lo relacional por sobre el producto. El estado tiene el deber de entregar estas herramientas que fortalezcan la libertad, como un valor que de diálogo y el crecimiento humano.
Hoy vivimos un cambio de era. Hasta hace pocos años la comunicación seguía siendo un acto entre dos o más personas. Hoy la comunicación tiene un nuevo actor, una digitalización que ha llevado a la relación he intercambio de información sin que sea mediada por el ser humano. La visión de futuro debe estar puesta en el horizonte y en el hoy, los límites deben ser incentivos para la formación y divulgación de una identidad entendida como un constructo.
Nicolás Fontaine
Faro De la Nueva Extremadura
21 de abril 2020