Aristóteles. El arte de innovar.

 

Libro El Arte de Innovar De Aristoteles - BuscalibreEl primer uso de un vocablo para designar la creación de algo nuevo, Kainotomía, en griego, lo encontramos en una comedia de Aristófanes de finales del siglo V a C.

Aristóteles (384- 322 a. de C)  analizó la lógica del cambio a nivel físico, metafísico y político. Aquí comparto con ustedes, algunos párrafos e ideas de Aristóteles, el arte de innovar, un manual de sabiduría clásica sobre innovación y pensamiento creativo realizado por el profesor Armand D`Angour. Lo encuantras en libreria Clepsidra.

 

 Aristóteles, realiza el primer análisis del cambio en el primero libro de la física, contradiciendo la idea de Parménides, entre otros, que planteaban que el cambio era imposible. Para Aristóteles, todo cambio debe proceder, y procede, de una situación preexistente o sustrato.  Su argumento puede resumirse diciendo que lo nuevo depende de lo viejo, tal y como leemos en el primer libro de la física. Aristóteles entiende el cambio de forma práctica y teórica a la vez la unidad política clave del mundo griego de la época era la polis (un estado independiente gobernado por los ciudadanos): en el periodo clásico existen alrededor de un millar de ellas. La organización de la polis es la materia del segundo libro de la política, donde el autor analiza los gobiernos de algunos estados y los considera hojas de ruta para nuevos tipos de gobierno, como los propuestos por Sócrates en la República de Platón y por el propio Platón en las leyes, y además examina los novedosos modelos constitucionales de otros teóricos políticos menos conocidos.

 

Gran parte de la educación que impartía las universidades renacentistas considera la interpretación de la obra de Aristóteles y el estudio de sus comentaristas antiguos.  Tanto entonces como hoy parece lógico recurrir al gran filósofo de la antigüedad para comprender con mayor profundidad los principios del cambio, entre otras cosas. Los dos textos más largos de este libro, en los capítulos primero y último, proceden del libro primero de la física y del segundo de la política, respectivamente y presentan el fino análisis racional del autor acerca del cambio y su extensa crítica de las propuestas de innovación en la esfera de lo político. En la física, Aristóteles habla sobre la lógica del cambio y la variación, y sostiene que el cambio solo puede comprenderse a partir de un elemento subyacente constante. En el libro segundo de la política, analiza y critica detalladamente los gobiernos existentes en la época y los intentos teóricos de desarrollar nuevas formas de gobernar la polis.

 

Tales de Mileto, considerado por Aristóteles el primer filósofo por haber hecho a un lado la mitología como forma de explicar el mundo, afirmaba que el elemento primordial era el agua, pues es esencial para la vida, el crecimiento y la salud, y puede hallarse en formas visiblemente diferentes (líquido, o vapor, hielo y nieve) filósofos posteriores afirman que debía tratarse de un elemento aún más primordial: Anaxímenes lo identificó como el aire; Heráclito con el fuego. Anaximandro, afirmó que el origen de todo era un principio abstracto que denominó apeiron. < Lo ilimitado>.

 

La conclusión de los filósofos que identificaron el origen del ser con un solo elemento (llamados por ellos monistas) planteaban evidentes problemas. ¿Cómo puede un solo elemento dar lugar a muchos otros? ¿Cómo puede el agua convertirse en fuego o el aire en tierra? ¿Puede < lo ilimitado> generar alguno de ellos. A principios del siglo V a. de C. Parménides  llegó a la conclusión de que el propio concepto de cambio era ilógico e ilusorio. Su contemporáneo, el siciliano Empédocles de Agrigento, optó por una postura contraria y propuso la existencia de cuatro elementos fundamentales para la creación -El agua, el fuego, la tierra y el aire- y afirmó que el universo consiste en las innumerables transformaciones de estos elementos primordiales. Igual que los planetas existen y se desarrollan gracias al uso de los cuatro elementos, tierra, aire, sol y agua, todo en el mundo debe proceder de las combinaciones y separaciones entre ellos.  Empédocles definió como amor a la fuerza combinatoria y como discordia a la fuerza de separación.

 

El término novedad radical, no debiera usarse para designar algo que tiene raíces nuevas, sino solo para aquello que es nuevo a partir de las raíces. Hablando en sentido figurado, las raíces están ocultas bajo tierra y lo nuevo es la parte visible del árbol. En el s. IV a de C., y siguiendo las enseñanzas filosóficas de platón, Aristóteles llevó a cabo investigaciones físicas, científicas y éticas en las que trató de articular y analizar los conceptos de cambio e innovación en varias esferas, en particular en el mundo natural y en el ámbito de lo político y lo social.

 

La filosofía aristotélica, que abarca ciencia, metafísica y ética, fue clave en la antigüedad tardía, las primeras etapas del mundo islámico y la europea medieval. No obstante el gran inventor técnico de la antigüedad vivió y trabajó un siglo después de Aristóteles. Se trata de Arquímedes de Siracusa, un griego nacido en Sicilia. Los ecos de su legendario eureka resuenan desde hace milenios.

 

La enseñanza que podemos extraer del momento eureka es que ciertos entornos estimulan la chispa del pensamiento creativo. Igual que el agua es esencial para que nazca la vida, para que florezca la creatividad es necesario que se den ciertas condiciones, que pueden ser internas o externas, individuales o colectivas, personales o sociales. La historia nos brinda numerosos ejemplos de cómo surge la creatividad cuando existe una situación social que acoge y recompensa las ideas innovadoras. La innovación tiene lugar cuando las personas disponen de la libertad y los recursos para echar a volar el pensamiento creativo, cuando las ideas fluyen y se difunden con rapidez y cuando hay incentivos personales, sociales y económicos.  Hoy en día estas condiciones necesarias están repartidas de forma desigual por El Mundo, y rara vez han existido en la historia, sin embargo, en la Antigua Grecia se dieron en varios momentos y lugares. Las personas encuentran su propio manera de utilizarlas para aprovechar su creatividad. A menudo imaginamos a los inventores como individuos resueltos cuya entrega a la que hacen tiene como fruto logros creativos. Sin embargo, para que surjan conexiones creativas, los pensadores necesitan fluir, y una forma de lograrlo es tomar distancia y cambiar de perspectivas. Innumerables creadores y personas resolutivas afirman que el camino de la experiencia creativa implica, en primer lugar, un momento de profunda comunión con el objeto de estudio y después, un momento de distanciamiento de él.  También es necesario compensar la concentración con la dispersión, con el fin de que emerjan nuevos puntos de vista de ideas creativas.  La leyenda del momento eureka de Arquímedes ilustra cómo las condiciones adecuadas condujeron a una innovación tan fundamental como el principio de Arquímedes.

 

Según cuenta el autor romano Vitruvio en el s. I a de C., Hierón, gobernador romano de Siracusa, lanzó un desafío a Arquímedes. El soberano había encargado la fabricación de una corona de oro puro a un artesano, pero al recibirla sospechó que este había escaneado parte del oro adulterándolo con algún otro metal. Hierón quería saber si la corona estaba hecha de oro puro, pero duda sobre la manera de trazar la composición de un objeto tan finamente forjado. En El Mundo antiguo era frecuente que los tasadores de metales preciosos rascaran las superficies de un metal para revelar un determinado color o lustre, o extrajeran muestras para pesarlas y medirlas, y, pero en este caso no se podía recurrir a tales métodos sin dañar la pieza. Era evidente que si el artesano había mezclado el oro con otro metal más ligero o había dejado hueco en la estructura, la corona pesaría menos que si fuera de oro macizo. Pero conocer su peso solamente no respondía a la pregunta para que el peso revelara la composición de la corona, por sí solo era necesario construir otra corona idéntica del mismo material. Lo que se necesitaba descubrir era su densidad (el peso en relación con el volumen) y compararla con la densidad del oro puro. El problema estaba en cómo medir con precisión la densidad de un objeto como aquel.

 

Una tarde en las termas, Arquímedes observó cómo a medida que introducía su cuerpo en la bañera, el agua se desplazaba hasta derramarse por el borde. De pronto encontró la solución del problema: el volumen de un objeto puede hallarse midiendo la cantidad de agua que desplaza. Un objeto de idéntico peso que su cuerpo hecho de un material mucho más denso, como por ejemplo un lingote de oro puro, desplazaría mucha menos agua si pesaba la corona y comparaba el agua que desplazaba con el agua que desplazaba el mismo peso de oro puro, y podría demostrar si la corona tenía la misma densidad que el oro puro.  Cuenta la leyenda que Arquímedes salió de la bañera de un salto y corrió desnudo por las calles de Siracusa gritando eureka, y que en griego significa <lo he descubierto> como resultado, en nuestro idioma usamos el término eureka para referirnos a este momento de iluminación en el que surge la solución de un problema punto

 

El principio de disrupción

 

<espera siempre lo inesperado o nunca lo lograrás> es una de las máximas lapidarias que se conservan del filósofo Heráclito (principios del s. V a de C. Es completamente aplicable al ámbito de la innovación: quien pretende lograr algo nuevo debe estar dispuesto a adentrarse en lo inesperado, o, en otras palabras, a desafiar el criterio de la mayoría. Para innovar es valioso no solo no seguir la tendencia, sino oponerse a ella. Este tipo de pensamiento alternativo se complementa muy bien con la innovación disruptiva según la cual una mejora de un producto o servicio es inesperada o desconocida, y, pero consigue desbancar al mercado tradicional

 

La innovación en el ámbito artístico, donde se le persigue y confiere su valor adecuado, no es igual que la innovación en la esfera política, donde predomina un principio conservador. Aristóteles deja abierta la cuestión de si crear cambio es algo deseable en todo momento. El matiz de que el cambio no tiene el mismo valor en todos los ámbitos de la existencia es un valioso recordatorio de que los significados y los procesos de la innovación pueden ser muy diferentes según el área o la disciplina en donde se produzca, y que la innovación no tiene por qué ser siempre algo deseable.

 

Nicolás Fontaine

11 de marzo de 2024

Faro de La Nueva Extremadura

 

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