Reacción a la lectura.
El premio nobel de literatura 2023, Jon Fosse pública en Random House en enero de 2024 <Ales junto a la hoguera>. Fosse es un escritor y dramaturgo noruego, que ha sido catalogado a la altura del gran Henrik Ibsen, el primero de los realistas y el hombre que mostró la emancipación de a la mujer en sus dramaturgias. Entonces, como no leer a Fosse, si hasta físicamente tiene una parentela con Ibsen, en su mirada, en esos rostros enigmáticos y reflexivos; y en la gran descripción del universo emocional de los personajes.
Antes de leer el libro comencé por la contra portada que dice textualmente así:
«Sola en su vieja casa de la costa noruega, Signe mira por la ventana y se ve a sí misma veinte años atrás, quieta ante la misma ventana mientras se espera el regreso de su marido, Asle, durante una terrible tarde de finales de noviembre en la que él se subió a su bote de remos para no regresar. En una suerte de caleidoscopio, las imágenes de aquel trágico día se superponen a visiones del pasado y su vida en común, pero también a recuerdos que abarcan cinco generaciones de un clan familiar y su lucha constante contra la inclemente naturaleza que les rodea, hasta llegar a Alex la tatarabuela de Asle.
En la prosa vívida y alucinatoria de Jon Fosse, todos esos momentos habitan el mismo espacio y los fantasmas del pasado colisionan con los vividos. Alex junto a la hoguera es una visionaria obra maestra, una inquietante exploración del amor y de la pérdida que se encuentra entre las más bellas meditaciones sobre el matrimonio y el destino humano.»
Me arrimo en mi sillón con una copa de vino y me dejo llevar por el relato. Una imagen, en su primera página, describe el lugar de la escena de Signe, imagen diáfana que deja el autor y que el lector complementa con sus experiencias. Claro que es la costa de noruega, pero yo no la conozco, en cambio, apareció las playas de Chile, los bosques húmedos de del sur, y la añoranza del hogar; esa inexistente calma y detenida en el tiempo, con niños revoloteando, con lecturas a caudales, con cocinas gigantes de madera y leña, donde se habla se cría y se ama. También aparecen otros lugares en la lectura, unos no vividos como la cocina de la señorita Julia, o el escritorio de Casa de Muñecas. Será porque el autor describe las emociones, con tanta pasión y fluidez.
Me detuve una tarde a viajar a las costas de Noruega, me dejé llevar por una escena, como uno de los planos de Bresson, con una escena interminable, fija, donde todo ocurre al interior de ella. Intenso y descriptivo, una novela de esas que te trasladan a las propias experiencias, a las imaginarias y las que no fueron.
Qué gran tarde de invierno, o algo que se le parece. Con la hoguera de fondo y los sueños en nuestro entorno.
Nicolás Fontaine
Faro de La Nueva Extremadura
22 de mayo 2024